
El bosque alcornocal es uno de los 35 ecosistemas globales más ricos del mundo, según distintas ONGs medioambientales, una categoría que comparte con la Cordillera de los Andes, Borneo o la Amazonia.
Conviven en ellos 135 especies de plantas, 42 especies de pájaros y animales en peligro de extinción como el lince ibérico, el águila imperial o el ciervo africano. Por lo que los bosques alcornocales son el hábitat natural de una fauna y flora de gran valor.
Los beneficios ambientales de este ecosistema son innumerables como la regulación del ciclo hidrológico, la conservación del suelo, o la prevención de incendios. Además este entorno actúa como barrera a la desertificación.
La industria corchera se ha alineado con estos valores y estudios recientes han demostrado la sostenibilidad de este sector en todos sus procesos, posicionando así al tapón de corcho como la opción sostenible indiscutible tanto para bodegas como para consumidores.
El bosque alcornocal asegura una biodiversidad natural que incluye una fauna y flora de gran valor. Algunos de los mamíferos que se encuentran en estos entornos son lobos, comadrejas, ciervos, jabalíes y animales en peligro de extinción como el lince ibérico o el ciervo africano. Además los bosques de la Península Ibérica también son el hábitat ideal para millones de aves como mochuelos, milanos, buitres, petirrojos, pájaros carpinteros y la protegida águila imperial, así como las 60.000 garzas reales que llegan cada año del norte de Europa.
La diversidad de la flora de los bosques alcornocales es impresionante. Pueden llegar a convivir más de 135 especies de plantas por metro cuadrado y muchas de ellas tienen usos aromáticos, culinarios o medicinales como distintos tipos de lavanda, orégano, romero o menta.
Se ha demostrado que los bosques de alcornocales son un almacén de C02, por tanto, un gran freno al cambio climático. El valor del paisaje del alcornocal debe ser conservado como patrimonio para las generaciones presentes y futuras.
Además, la conservación del encinar reduce el riesgo de incendios, ya que el alcornoque es muy resistente al fuego gracias a la protección que le proporciona la capa de corcho que le rodea y su rápida capacidad de rebrotar.
Asimismo, es un freno a la desertización, gracias a la capacidad de los alcornoques de retener el terreno en sus raíces al mismo tiempo que con sus copas frenen la intensidad de la lluvia, evitando la erosión del terreno.
Los paisajes de alcornocales son muy diversos y albergan una gran riqueza biológica por lo que son una reserva de biodiversidad única. En este sentido, el alcornocal, como otros bosques, tiene también un papel relevante en el ciclo del agua ya que la materia orgánica del suelo frena el agua de la lluvia, mitiga su efecto erosivo y absorbe el agua, lo que constituye un factor favorable a la alimentación de los acuíferos.
El sector de la industria del corcho ha sido el primero del estado que ha medido su huella de carbono. Los estudios realizados contemplan todas sus fases, desde la extracción de la materia prima hasta la distribución final, pasando por la preparación y la fabricación.
Los resultados muestran que el corcho retiene más CO2 del que emite. De manera que el sector corchero está contribuyendo a mitigar el cambio climático.
Así, las bodegas que utilizan tapones de corcho reducen entre un 18% y un 40% del balance de CO2 de sus botellas.
El corcho es un material natural renovable. Su extracción no causa ningún impacto negativo. Tampoco requiere la tala del árbol: los alcornoques tienen la capacidad de regenerar la corteza de corcho que se les ha quitado y su extracción no produce ninguna contaminación ya se realiza por medios manuales. Además la captación de CO2 de los alcornocales se multiplica entre 3 y 5 veces tras la extracción del corcho, ya que esto incrementa su actividad biológica.
Además, el C02 queda depositado en los productos de corcho durante mucho tiempo. Se calcula que un tapón de corcho fija el doble de su peso en C02. Por lo tanto, se trata de una industria que ayuda a retener el cambio climático.
Así entre los beneficios ambientales del alcornocal destacan la conservación del subsuelo vegetal, la retención de agua, la protección de las marismas, el control de la erosión y, por tanto, la desertización y la prevención de incendios.
El reciclaje del corcho implica un bajo coste energético. Los tapones recogidos se trituran y el granulado obtenido se utiliza para fabricar productos de corcho no destinados a alimentación, como materiales para la construcción.
Todo esto convierte al milenario corcho en un producto del siglo XXI.
El tapón de una botella puede desvelar grandes secretos sobre su contenido. El tapón de corcho no sólo sirve para preservar el líquido sino que permite la evolución y maduración del vino. Así este elemento influye en la vinificación y en las propiedades organolépticas del mismo:
El tándem formado por la barrica de roble y el tapón de corcho, ambos provenientes de dos árboles del mismo género botánico es insuperable para la obtención de un vino con las mejores cualidades.
Además a nivel de salud y bienestar, los tapones de corcho han probado su inocuidad alimentaria durante centenares de siglos y ésta nunca ha sido puesta en evidencia. Es más, los tapones de corcho en contacto con el vino pueden generar compuestos saludables como la “acutissimina A”, un fuerte agente antitumoral.
Mantener la industria del sector corchero es mantener una actividad tradicional de los territorios de España que conlleva una carga cultural importante.
Más allá de generar puestos estables de trabajo y de su elevado valor económico y ambiental, el sector del corcho cuenta con un patrimonio cultural muy relevante: arquitectura, gastronomía, asociacionismo, artesanía, hábitos y costumbres, modismos lingüísticos y un largo etcétera que conforman un legado aún vivo. Un tesoro que se debe conservar y desarrollar.
El corcho evoca la cultura mediterránea y el buen gusto. La ceremonia de destapar una botella de vino está fuertemente vinculada al corcho. No es casualidad que los mejores vinos y champanes del mundo lleven tapón de corcho.
«El alcornoque conforma una civilización, un mundo que abarca entre otras cosas, un sistema ecológico y una serie de manifestaciones culturales específicas que no deberíamos perder». Josep Pla, “El meu país” vol.7