
El corcho es la corteza del alcornoque (Quercus suber L), un árbol de características especiales que crece en regiones mediterráneas y que ocupa 2.277.000 hectáreas en todo el mundo.
El alcornoque es un árbol sorprendente, es muy longevo y tiene una capacidad espectacular de regeneración. Su vida productiva es de 150 a 200 años y su corteza se extrae varias veces durante su vida, siempre en intervalos de 9 a 14 años.
En España las principales áreas donde se ubican los bosques de alcornoques son Extremadura, Andalucía y Cataluña.
En Extremadura y Andalucía el bosque alcornocal recibe el nombre de dehesa y está compuesto por una agricultura mixta centrada en gran cantidad de alcornoques, encinas y algunos matorrales, pastizales y campos de cultivo.
El corcho posee cualidades únicas e inigualables que ningún ingenio humano ha logrado imitar o mejorar:
Pero ante todo, es un material 100% natural, reciclable y renovable: atributos hoy en día imprescindibles para una sociedad comprometida por la reducción de la contaminación y sostenible con el medio ambiente.
El sector del corcho español se concentra principalmente en tres comunidades autónomas: Andalucía, Extremadura y Cataluña.
En este sentido, España tiene 506.000 hectáreas de alcornocales que representan un 25% del total mundial, donde se extraen 88.400 toneladas de corcho que representan el 30% de la producción de corcho a nivel mundial.
Existen aproximadamente unas 150 empresas que ocupan en total a alrededor de 2000 trabajadores.
La industria del corcho se divide en dos áreas: por una parte la preparación y por otra, la fabricación y comercialización de tapones. Andalucía y Extremadura están especializadas en la preparación del corcho, que representa un 70% de la industria extremeña. En Cataluña las empresas se han especializado en la fabricación y la comercialización de tapones de corcho para vinos tranquilos y espumosos, representando el 80% de la cadena de valor.
El sector corchero español produce 3.000 millones de tapones, de los cuales 1.300 millones se destinan a espumosos y 1.700 a los vinos.
Del total de la facturación del sector corchero español, más del 50% pertenece a las exportaciones. Los principales destinos de las exportaciones españolas son los mercados europeos que acumulan más del 80%, siendo Francia, Portugal e Italia los mayores mercados de destino de las mismas. Entre los países del «Nuevo Mundo», destacan EEUU, Argentina y Chile que representan un 10% del total exportado.
A pesar de sus múltiples usos, el mayor embajador del corcho en el mundo es el tapón de corcho natural, este cierre de calidad excepcional ha sido siempre el escogido por los grandes productores de vino. Pero a lo largo de la historia aparecen múltiples referencias a este producto y a sus aplicaciones.
El alcornoque se estableció hace cerca de 10 mil años en las regiones mediterráneas que actualmente ocupa.
En el año 3000 A.C., el corcho ya era utilizado en Egipto, en Babilonia y en Persia. En algunos sarcófagos egipcios fueron encontradas ánforas con tapas de corcho para almacenar alimentos.
En Italia se hallaron varios vestigios del corcho del siglo IV A.C., de varios objetos como boyas, tapas de barriles, zapatos de mujer y tejados de casas.
El vino y el corcho son dos productos que se complementan desde hace mucho tiempo. Como prueba de ello, existe un ánfora fechada en el siglo I A.C. que fue encontrada en Éfeso (Turquía): el ánfora no sólo estaba sellada con corcho, sino que además contenía vino.
Un estudio entre el Instituto Catalán del Corcho y el Centro de Arqueología Subacuática de Cataluña, realizado sobre un tapón de corcho recuperado del fondo marino del Cap de Creus, de finales del siglo I A.C. y un tapón de corcho actual, concluye que los tapones de corcho han mantenido sus componentes principales y su estructura celular se ha conservado intacta.
En Francia, en el último cuarto del siglo XVII (1680), el monje benedictino francés Dom Pierre Pérignon, tesorero de la abadía de Hautvillers y encargado de su bodega, comenzó a usar el corcho para cerrar las botellas de su famoso champán Dom Pérignon.
El descubrimiento del benedictino revolucionó la industria de la comarca y años después fabricantes como Ruinart (1729), Möet et Chandon (1743) o Veuve Cliquot (1783) incrementaron la demanda de tapones de corcho al extenderse el consumo de champagne entre las clases altas europeas.
El principio de la explotación sistemática de las grandes extensiones de alcornoque que caracterizan a la Península Ibérica comienzan a partir del siglo XVIII, cuando se fija como principal objetivo la producción de tapones de corcho.
En 1750 se construye la primera instalación destinada a la fabricación de tapones de corcho en España, más concretamente en Girona, años más tarde esta industria se extenderá por el resto del país.
A principios del siglo XX, la industria del corcho de varios países productores invierte cada vez más en innovación y desarrollo lanzando al mercado varios tipos de productos. En 1903, aparecen los tapones con discos de corcho natural y cuerpo de corcho aglomerado.
Algunos años más tarde, se registran varias patentes para utilizar el corcho en la transmisión y las gomas de los coches y, durante la Segunda Guerra Mundial, el corcho se utiliza en varios equipos militares.
A partir de los años 40 aparecen las primeras referencias respecto a la utilización del polvo de corcho para conservar la fruta durante el transporte de la mercancía.
Ya en las últimas décadas del siglo XX aparecen diversas iniciativas destinadas a la investigación y definición de una normativa internacional para la industria del corcho, como la Confederación Europea del Corcho (C.E.Liège) fundada en 1987. La organización, formada por las federaciones de corcho de varios países, presentó en 1996 el Código Internacional de prácticas taponeras, un documento esencial para el control de calidad en la producción de tapones.
En el año 1999 el sector corchero a través de CÉLIEGE se dota de su propio certificado de garantía SYSTECODE, que ha certificado la calidad de los tapones hasta nuestros días.
Ya en la actualidad, el corcho ha ido ganando protagonismo en áreas innovadoras como el Diseño para la Sostenibilidad y el Eco-Diseño. Cada vez son más las nuevas generaciones de artistas que se basan en el corcho para la creación de objetos cotidianos como artículos para hogar, ocio, mobiliario. De esta manera, estas creaciones elaboradas totalmente con materiales naturales contribuyen a la sostenibilidad del medio ambiente.
Análisis comparativo de las células de un corcho antiguo y uno actual que demuestra que sus componentes principales no se han degradado de manera significativa tras estar sometidos a las condiciones ambientales del fondo marino durante más de 200 años